Noticias Rugby · 15 de septiembre de 2015

GUARDADO EN LA MEMORIA

Al menos 16 jóvenes rugbiers de la ciudad fueron víctimas del terrorismo de Estado. Tres de ellos eran de Old Resian.

El “Pato” y el “Mono”: de Old Resian a Nahuel

A Alejandro Víctor Stancanelli todos lo conocían como el Pato y a Raúl René De Sanctis lo llamaban el Mono. Ambos habían sido alumnos del colegio San José. En ese mismo colegio trabajaban varios curas salesianos politizados y adherentes a la Teología de la Liberación. Ambos, el Pato y el Mono, militaban en la JUP y jugaban al rugby.

El Pato había pasado por Plaza cuando tenía unos 11 años, luego fue parte de la sexta, quinta y cuarta de Old Resian. Su padre, Víctor Stancanelli, fue unos de los fundadores del club pegado a Los Caranchos y ubicado a pocos metros del Mercado de Concentración de Fisherton.

Más tarde, junto al Mono y el resto de los compañeros de ese equipo -incluido el técnico Jorge Trevisán- se fueron con las “H” bajo el brazo y las levantaron en terrenos ubicados a la entrada de la localidad de Pérez. Los aires ingleses tornaron en mapuches: crearon el club Nahuel, que en lengua aborigen significa tigre. Era un plantel de temer por esa época, si se tiene en cuenta que en 1974 les ganaron a Hindú y Champagnat, dos poderosos equipos porteños.

“Ambos eran terceras líneas. El Pato jugando era cerebral, inteligente, muy habilidoso; el Mono era una máquina de tacklear”, contó un ex compañero del plantel mientras los señalaba en una foto de la primera división de 1973, en que se los ve con las camisetas tricolores de Old Resian y los brazos cruzados.

Para ellos, aún muy jóvenes, todo era el colegio, Led Zeppelin, Spinetta, los botines Adipan y una única camiseta de rugby, gruesa y pesada, que se usaba de las inferiores hasta la primera. No obstante, ya habían comenzado las acciones terroristas de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) en Rosario, y había efervescencia y revuelta política en las calles. Y paradójicamente, allí donde pateaban la ovalada el Pato y el Mono, también lo hacía el represor Carlos Gabriel Jesús Turco Isach, implicado en múltiples crímenes de lesa humanidad y ex empleado del municipio de Rosario.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos lo incluyó oportunamente en la lista de represores prófugos por los que se ofrece recompensa. “Jugó conmigo pero no llegó a primera. Era un tarado, peleador, un cuadrado: tenía un hermano comisario (Rodolfo Isach), le decíamos el Turquito”, recordó el ex rugbier.

No obstante, hay un dato más sobre el represor rugbier aún prófugo de la Justicia. En 2008, una víctima de sus torturas en el centro clandestino de la Fábrica de Armas, Ramón Verón, declaró en el marco de la causa Guerrieri, ante el Tribunal Oral Federal N° 1: “Era un nazi, se jactaba de ser un rugbier del club Universitario que tenía muchas influencias, decía a boca de jarro que había que matar a todos los subversivos porque afectaban a su clase social”.

Sobre la militancia del Pato y el Mono no se hablaba demasiado en el club, pero tampoco se ocultaba. “Nosotros sabíamos que los chicos militaban porque iban a la facultad como muchos de nosotros. El Pato cursaba en la Tecnológica y era de hablar en las asambleas, el Mono estudiaba antropología. Eso estaba visible y nosotros éramos todos amigos, entrenábamos, éramos buenos, jugábamos parecido al equipo de La Plata, que tenía buen seven. Éramos un equipo, pero no cualquiera, un grupo de esos que vos sabés que todos daban la vida adentro de la cancha, que cada uno cuidaba al otro... mirá lo que digo, dar la vida... pucha”, se lamentó quien fue amigo de ambos al recordarlos y antes de agregar: “Al Pato lo asesinaron y del Mono me enteré que había desaparecido en el 83, cuando leí la noticia y supe también que una hija suya había nacido en cautiverio; la conocí el año pasado, tiene su misma cara: nosotros no perdimos a dos militantes, perdimos a dos amigos”.

A Stancanelli lo asesinaron a los 21 años, el 1 de julio de 1976, en un supuesto “enfrentamiento”, según se informó en los medios de la época. Varios hombres lo corrieron a los tiros cuando lo vieron en bulevar Oroño y San Juan, donde iba a encontrarse con su novia. Volvía de trabajar y estaba desarmado.

En el Tribunal Oral Federal N° 2, por el juicio Díaz Bessone, la testigo Clelia Righi, ex jugadora de hockey de Plaza Jewell, dio testimonio en marzo de 2011 sobre el asesinato. Contó que ella iba acompañada por un chico, que se lo cruzó a Stancanelli y conversaron frívolamente. “Qué linda estás, me voy a la facultad... ¿seguís jugando al hockey?”, recordó que le preguntó el Pato. Luego la muchacha dijo que escuchó tiros y vio a Stancanelli corriendo rengo hacia calle Alvear.

“Detrás de él venían personas disparando. Se cae al suelo frente a una casa muy linda. Veo que le tiran un arma encima, un revólver”. Por la misma causa también declaró el hermano del Pato, Rafael Stancanelli, quien en el juicio le habló a la cara a un ex militante acusado de delator por sus compañeros de la Unión Estudiantes Secundarios (UES) y que merodeó varios años después por el ambiente del rugby de Duendes. Se trata de Ricardo Cady Chomicki, a quien interpeló en el tribunal: “Cady, mi mirada es para que digas quién mató a mi hermano”.

El cuerpo de Stancanelli fue reconocido por su padre en la Asistencia Pública, con varios impactos de bala. Días después, en la Jefatura de Policía, le entregaron los efectos personales de su hijo asesinado: su reloj Seiko, las llaves de su departamento y un certificado de buena conducta, entregado por la misma policía, en un portadocumentos. Un subcomisario de apellido Guzmán le advirtió al padre, mostrándole varios cadáveres colgados en ganchos de sus extremidades inferiores: “Déjese de embromar y meta violín en bolsa y no averigüe más sobre el tema, acá mandamos nosotros”. Los restos de Stancanelli fueron sepultados por su familia en el cementerio El Salvador.

En cuanto al Mono, era cinco años más chico que su primo Raúl De Sanctis. “Jugaba de wing forward y era bueno, muy bueno: una bestia”, remarcó.

Comenzó a trabajar en Acindar. El y su mujer Myriam Tita Ovando, militantes de Montoneros, fueron secuestrados entre el 1 de abril y el 20 de mayo de 1977. Él tenía 23 años y desapareció en Campana (provincia de Buenos Aires). Ella tenía 22 y estaba embarazada de seis meses: fue detenida en Virreyes (Buenos Aires). El Mono fue visto en condiciones de cautiverio en la guarnición de Campo de Mayo antes de su asesinato. Ella dio a luz en cautiverio, en agosto, a una niña que llamó Laura Catalina. Fue apropiada en forma ilegítima y su familia la recuperó en 2008. Sus padres permanecen desaparecidos.

Roberto Enrique Darío De Vicenzo

Old Resian, wing. Había sido estudiante en el Superior de Comercio y militó en la JUP. En el ambiente del rugby lo conocían como el Linyera. “Era muy rápido como jugador de rugby”, dijo Gerardo Rico, quien cursó materias con él en Ciencias Económicas y también compartió con él el servicio militar en Prefectura. “Recuerdo que una vez pasaron lista y el sargento gritó: «¡De Vicenzo!». Un soldado quiso hacer una broma y contestó por lo bajo que estaba jugando al golf, porque se llamaba igual, Roberto De Vicenzo. ¡Por esa broma nos bailaron dos horas!”. Tenía dos hijos y 24 años cuando fue raptado el 27 de septiembre de 1976, horas después de su mujer, Miriam Moro, embarazada de tres meses. Sus restos fueron recuperados en 2010 tras estar enterrados como NN en el cementerio de Barracas. Posteriormente fueron sepultados por su familia en el cementerio de Granadero Baigorria.

Fuente: Diario La Capital

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