Institucionales · 15 de enero de 2016

ALGO MÁS LO HIZO POSIBLE

El Dr. Alejandro Posner nos lleva en un fabuloso viaje por el tiempo para hacernos revivir las andanzas de lo sucedido en 1965. Una idea fuerza que nadie pudo doblegar.

Por Alejandro Posner:
 
Recordamos que en 1965 convergieron un grupo de chicos, chicas y padres entusiastas; una época de gloria del rugby y de despertar del hockey femenino, un puñado de dirigentes visionarios y una infraestructura ociosa disponible. Ahora habría que intentar descubrir qué fue lo que hizo que todos estos elementos se amalgamaran y resultaran en un proyecto que se sostuvo y sigue creciendo después de cincuenta años.
 
Si uno analiza que en esa misma época jugábamos contra otros clubes de ex alumnos que no lograron perdurar en el tiempo -como Sagrado Corazón, Maristas y La Salle- y que el nuestro fue el último club en fundarse en la ciudad, llega a la conclusión de que tiene que haber algo más que lo hizo posible.
 
Seguramente no hayan sido sólo los dirigentes -ya que estos mutaron de los que compraban terrenos a los que querían venderlos- sino una idea fuerza que inconscientemente sedujo a muchos y que nadie pudo doblegar.
 
Una hipótesis audaz podría aventurar que esa corriente nació del choque vital de dos culturas: una anglosajona que se retiraba y otra criolla que llegaba.
 
Tres episodios que involucraron al autor de estas líneas podrían ayudar a abonar esta teoría.
 
Se jugaba un partido de futbol en el patio grande del Colegio, cuando uno de 6º pateó la Nº 5 de cuero e impactó contra el gordito de 3º que miraba, provocándole la fractura de una falange del dedo anular de la mano derecha. 
 
A la mañana siguiente, el lesionado apareció orondo con un yeso que le cubría el antebrazo, y fue abordado por la Señora de Masó que lo compadeció y le indicó que tomara asiento en el primer banco, colocara el brazo sobre el pupitre y no hiciera nada durante toda la mañana. Esa tarde había prueba escrita de General Knowledge con el Director. El gordito lo encaró exhibiéndole el yeso y notificándolo de su imposibilidad manifiesta de hacer la prueba, obteniendo de Mr. Nolan una respuesta corta y desapasionada: “Use your left hand”.
 
Después pasaron un par de años y la Directora Señora de Navarro explicó que las Islas Malvinas eran argentinas y habían sido usurpadas por el invasor inglés. A la tarde, en el mismo aula y con la misma naturalidad, Miss Gostling enseñaba que las Falkland Islands eran parte del Commonwealth.
 
Con esa impronta arrancó el club, cuando el reglamento del rugby decía que una conversión se anulaba si -aun habiendo ingresado la pelota- un jugador la tocaba antes. Dirigía Pincholo Galli, nos marcaron un try, los dos segundas líneas saltaron, la pelota pasó entre las cuatro manos y entró. 
 
El referee se dirigió a uno y en tono de afirmación le preguntó: “¿Usted la tocó?”. Como respuesta obtuvo: “No señor, yo no”. Miró entonces al otro y le insistió: “Entonces la tocó usted“, y consiguió otra rotunda negativa. Sopló el silbato, hizo la seña de que el tanto no había sido concedido y señaló a los dos involucrados diciéndoles: “Eso se llama caballerosidad inglesa”. Agregando por lo bajo “qué par de b…”.
 
Esta es la historia.

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